10 de diciembre del 2021
¿Cómo afecta el entorno de un colegio o de una casa en el desarrollo educativo de los niños?
¿Cómo influye el entorno de un colegio en los estados de ánimo y en las relaciones sociales? ¿Y en un hogar? Analizamos algunas claves y ofrecemos seis consejos para que en tu casa se respire el mejor ambiente y que tus hijos crezcan con armonía.
Las teorías de la evolución han tratado sobre la adaptación de las especies al hábitat en el que vive, y también en cómo el entorno impacta en la psicología y las relaciones sociales.
Cuando hablo de entorno educativo no solo me refiero al colegio, sino que lo hago extensivo a los hogares, donde en realidad se educan vuestros hijos.
La luz natural, la ventilación y la contaminación acústica
Vamos a ir desde fuera hacia dentro, vamos a fijarnos primero en todo aquello que se ve, para después ir a lo pequeño a lo invisible, a aquello que parece ser una nimiedad pero que en realidad es aquella piedra sobre lo que se sustenta todo.
A menudo atribuimos la calidad de la enseñanza a aspectos como la metodología, el profesorado o las distintas capacidades de cada niño. Todos estos factores son importantes, pero existen otros también esenciales en los que, en un primer momento, no pensamos, como por ejemplo el entorno.
Debemos tener en cuenta que el entorno es el espacio con el cual interactúa el niño constantemente. Por ello, debe estar cuidado y adaptarse a sus necesidades.
Vamos a pasear un poquito por el colegio, vamos a dejarnos llevar por los paisajes, la naturaleza y la luz que inunda nuestras clases. No nos podemos acostumbrar a tener un entorno tan maravilloso delante.
Este entorno favorece y ayuda en muchas cosas, pero hay que ser consciente de ello para que veamos cómo nos influye realmente.
Empezaremos por la luz. Se trata de un elemento esencial en el crecimiento de los niños.
Se ha demostrado la relevancia para los niños de la luz natural, ya que aporta una mayor capacidad de aprendizaje, una mayor concentración, la mejora del crecimiento y la prevención de enfermedades.
La ventilación. Es esencial que los niños respiren aire limpio y sano. Un entorno abierto con vegetación y presencia de árboles, lejos de la polución, se convierte en el ambiente perfecto con el que interactuar con la naturaleza.
La tranquilidad, y la ausencia de ruidos. La contaminación acústica puede llegar a ser un importante lastre en el aprendizaje. Es motivo de distracciones por parte de los niños, e influye en la concentración.
Aprender en un espacio lejos de ruidos molestos, donde primen los sonidos de la naturaleza, es el escenario más idóneo. Este entorno favorece la libertad, la contemplación y la serenidad.
Orden y limpieza de las aulas y su impacto en el aprendizaje de los alumnos
Ahora vamos a acercarnos, vamos a entrar en las aulas.
El aula es el reflejo de la formación que esperamos lograr en nuestros niños, por lo que el orden y la limpieza son parte fundamental de un buen ambiente en el proceso de enseñanza-aprendizaje de valores, buenos hábitos y costumbres.
Un espacio ordenado invita a estar cómodo, relajado, sin elementos que distorsionen su atención. También ayuda a un comportamiento cívico determinado, a unas maneras respetuosas con los demás.
Los estímulos externos, como el frío, el calor o el ruido constituyen una fuente importante de estrés. Y, por supuesto, también a la desorganización.
El desorden obstaculiza el equilibrio emocional y psicológico, y es un desencadenante de otras situaciones que también generan estrés por sí mismas. A más orden menos estrés. El orden o desorden afecta a nuestro estado anímico.
Los lugares caóticos dificultan la concentración, la memorización, así como la capacidad para procesar bien la información.
De todos es sabido que los niños cuando son pequeños aprenden por imitación y es mucho más sencillo imitar el desorden que el orden, pues no implica ningún tipo de esfuerzo.
Lo primero que enseñamos a un niño es el orden material de las cosas. Luego, este hábito de orden, le permitirá saber organizar su tiempo y ser por ello más eficaz.
Por último, estos hábitos de orden probablemente contribuirán a que su vida sea más fecunda y feliz.
Ahora ya podemos ver ideas sencillas que pueden ayudarnos a poner estas pequeñas piedras sobre las que sustentará el hábito del orden. Son pequeñas sugerencias, sabidas por todos pero que siempre van bien a modo de recordatorio.
Seis consejos prácticos para mejorar el entorno familiar en casa
1. Ten un lugar para cada cosa. Así no perderemos tiempo buscando. Tiene que ser un lugar pactado ya con los niños, todos deben saber dónde va cada cosa. Poner letreros recordando para qué es cada cosa. Si usas algo, ponlo de nuevo en su sitio. Ordenar también es decorar.
2. Evita la acumulación de objetos. Esto es el mejor aliado para el orden, no necesitas tener tantas cosas, ten solo lo necesario. Así además estarás educando en sobriedad.
3. Dedica 10 minutos a ordenar todos los días. Por la mañana o por la tarde, en 10 minutos simplemente como rutina de familia, paramos y miramos: ¿qué hay que recoger? Así les estamos ayudando a ser sensibles al desorden.
4. Mantén las superficies limpias y evita que el desorden se extienda por toda la casa.
5. Divide las tareas del hogar con todos los miembros de la familia. Establece pequeños encargos que les hagan partícipes de su responsabilidad. La casa es de todos y la cuidamos entre todos.
6. Ventila el espacio, cuídalo. Llegar a casa debe suponer para todos los miembros de la familia entrar en un lugar donde se sientan cómodos, donde se sientan respetados y queridos.
Este artículo es simplemente una reflexión en voz alta, poniendo en palabras lo que me maravilla cada día y lo que intento inculcar a mis alumnos. Buscando un bien para ellos, para estos futuros hombres. Educando en el orden.