Día 1:
Ya estamos en Kenya después de varias horas en el avión. Tras hacer escala en Dubái, hemos llegado al aeropuerto de Nairobi, donde hemos podido recoger todas nuestras maletas y todas las mochilas rojas que llevábamos con material para repartir aquí. La gente en Barcelona nos ha ido trayendo cosas las últimas semanas antes de salir y hemos llenado un total de 45 mochilas con ropa, lápices, libretas, bolis, más mochilas y muchas más sorpresas. Ahora toca pensar cómo lo vamos a repartir. No será fácil.
Nada más recoger el equipaje y pasar el control de aduanas nos esperaba Mosses en el aeropuerto para llevarnos a Eastlands, el lugar en donde viviremos estos días. Mosses es nuestro guía estos días. Conoce el slum a la perfección.
Nuestra llegada ha coincidido con la llegada de un pastor protestante conocido que ha sido recibido con danzas y gritos por un grupo de massais que estaban a la salida del aeropuerto. El sonido de la música, los gritos y los bailes nos confirmaban que ya estábamos en África.
Para ir hasta Eastlands hemos utilizado un autobús escolar. Mosses es muy amigo del dueño del autobús y como favor ha venido a recogernos. Por supuesto, todas las maletas en el techo atadas por unas cuerdas. El primer milagro de África es que tras pasar por carreteras de tierra llenas de baches las maletas han llegado enteras. Y nosotros también, a pesar del tráfico y de la conducción sin normas de este país.
Una vez hemos llegado a Eastlands nos han recibido un grupo de niños del slum que se habían enterado de nuestra llegada. Nos han saludado a todos y nos han ayudado a bajar las maletas. Es muy bonito ver cómo se acordaban de los nombres de los que hemos repetido el plan otros años.
Y en Eastlands nos hemos dado una buena ducha, hemos tenido la misa y hemos cenado pronto para poder irnos a dormir y coger fuerzas para el primer día de trabajo.
Antes de irnos a la cama nos hemos reunido para hacer los grupos de trabajo y dar algunos avisos. Se respiraba cansancio, pero sobre todo emoción e ilusión por empezar los trabajos al día siguiente.
Día 2:
Nos hemos despertado a las 7:30h de la mañana y hemos cogido fuerzas con un buen desayuno: tostadas con mantequilla, salchichas y mandazi (una especie de pasta típica de aquí). Mamá Grace, así es como aquí la llaman, es la cocinera del College y nos está cuidando un montón. Nunca dice que no a lo que le pides, y si no tiene algo busca siempre una solución.
Tras desayunar nos hemos dividido en los cinco grupos de trabajo. Los tres primeros grupos nos hemos ido a dar clase a los colegios y los otros dos grupos se han quedado en el College comenzando la pista de basket y construyendo las mesas que vamos a hacer.
Cuando hemos salido nos estaba esperando en la puerta Mr Odhiambo, que es director de 4 colegios del slum. Mr Odhiambo es muy amigo de Mosses y nos ha enseñado los colegios del slum. Durante el viaje hemos estado hablando con él, y nos ha agradecido mucho la ayuda. Nos ha explicado que aquí en el slum hay muy pocos profesores y muchos niños. Que nuestra ayuda es muy necesaria. Le hemos prometido venir el año que viene con más gente. ¡Esperemos poder cumplirlo!
De los colegios y la vida en el slum ya os contaremos más adelante, pero es muy impactante. Uno nunca se acostumbra de ver la miseria y las pobres condiciones de vida de este lugar. Nuestros chicos están muy impresionados, y se nota que desde que hemos visitado el slum se han reducido el número de quejas por el cansancio, la comida u otras incomodidades. Cualquiera se queja después de haber visto lo que hay aquí…
En cuanto al trabajo de aquí solo os podemos decir que no nos vamos a aburrir. Hay mucho que hacer. Jeremiah es el jefe de obras y está convencido que acabaremos la pista de basket antes de que nos vayamos.
Hoy tocaba pico y pala. La semana pasada pasó la excavadora que pagamos con los donativos conseguidos por los chicos y que nos ha dejado el terreno preparado para poder empezar a trabajar. Hoy nos hemos dedicado a llenar de arena y piedras todo el terreno excavado para la pista. Se trata de llenarlo de una arena más compacta con piedras dejándolo todo al mismo nivel. El trabajo ha sido duro, y esperamos poder terminar de nivelar el terreno mañana para poder pasar la máquina aplanadora y poner una segunda capa de “murran” (otro tipo de arena de color rojizo y más compacta todavía). Es muy gratificante hacer este trabajo sabiendo que todo el material empleado ha sido pagado con el dinero obtenido por todos los eventos que hemos montado este final de curso.
Y por la tarde, cambio de turno. Los de los colegios nos hemos quedado trabajando en el College y viceversa. Después del trabajo hemos tenido un tiempo de descanso para jugar un poco a fútbol, hacer deporte, merendar y comentar la jugada antes de terminar el día con la Misa.
Después de cenar nos hemos reunido para comentar las experiencias del día y repartir encargos. Íbamos diciendo los encargos que eran importantes y la gente se ofrecía voluntario para aceptarlo. Cuando no había voluntarios (limpieza de baños, despertar etc), se elegían por aclamación popular. Nos hemos reído mucho. Y para acabar la jornada los que han querido nos hemos quedado a rezar el Rosario antes de irnos a la cama para coger fuerzas para mañana. ¡Esto no para!
Día 3:
¡Hoy han pasado muchas cosas! La vida aquí es muy rica, y cada uno de los que estamos aquí vivimos nuevas experiencias cada día.
Hemos empezado a trabajar pronto. El cansancio empieza a pasar factura, y tan sólo llevamos dos dias de trabajo. Pero aquí el ritmo es intenso. Del trabajo de la pista de basket y las mesas ya daremos más detalles, pero todo marcha viento en popa.
La primera sorpresa del día ha sido cuando hemos llegado al primer colegio y no había ningún niño. Al parecer hoy tocaban vacaciones en algunos colegios. Hemos preguntado que cómo era posible que algunos coles funcionaran y otros no, y nos han explicado que en el slum no hay reglas. En principio tendrían que tener vacaciones todos los colegios esta semana, pero en la práctica la mayoría de los colegios no obedecen esta norma y tienen clases con normalidad. Algo difícil de entender en España, pero que la gente de aquí vive con normalidad.
Ante este imprevisto Mosses ni ha pestañeado, ha sacado su móvil y ha hecho tres llamadas. Al acabar las llamadas nos ha dicho: “We have one school more. Don’t worry” Todavía no me explico la capacidad que tiene este hombre de resolver problemas sobre la marcha.
Mientras dábamos clases en uno de los colegios hemos podido estar hablando con Mr. Odhiebo (el director de 4 colegios del slum). Nos ha explicado con orgullo que este curso 4 de sus chicos podrán ir a la universidad. Tras escuchar esto le hemos preguntado cuál era el total de chicos que habían cursado el último año de High School en sus centros. Me ha contestado que 250. Eso significa que tan solo un 1,6% de los chicos que acaban la educación secundaria en el slum pueden ir a la universidad. En Viaró estamos acostumbrados a que el 100% de los chicos que acaban 2º. de bachillerato empiecen una carrera al año siguiente. Me gustaría saber también el porcentaje de los que tienen el privilegio de acabar esta etapa de educación secundaria, porque viendo el panorama de las calles me parece que sería más bien bajo. Seguiremos investigando.
Después hemos visitado el colegioSan Judas Tadeo, que tiene casi 600 alumnos. Nos han agradecido mucho todo el esfuerzo que hemos hecho desde Viaró para poder financiar el material de las mesas que estamos construyendo. Realmente lo necesitan.
Por la tarde, hemos ido a jugar un partido de fútbol a un boarding school que está a media hora de Eastlands. Para llegar hasta allí hemos cogido un matatu que hemos parado en la calle. El partido ha sido intenso y ha finalizado con empate a cuatro. Muchos chicos del colegio estaban alrededor del campo mirando el partido y animando a los suyos. El árbitro, que era uno de nuestros chicos, no ha sabido «aguantar la presión» y ha favorecido al equipo local ante la presión del público. Al acabar el encuentro nos han invitado a tomar un té y nos hemos hecho fotos con ellos.
Para acabar el día, después de cenar, los chicos han montado una Adoración Eucarística para quien quisiera. El motivo era doble: pedir por los niños de slum y preparar la fiesta del Corpus del día siguiente. Para la vela han preparado una oración que han leído en voz alta. Ha sido una manera increíble de acabar un día en el que no han dejado de ocurrir cosas.
¡Mañana más, que ahora toca descansar!
Día 4:
Otro día que pasa y Kenya no deja de sorprendernos. Hoy tocaba día normal de trabajo. Esto significa que por la mañana dos grupos se han quedado trabajando en la futura pista de basket y las mesas y los otros tres grupos han ido a dar clase a los distintos colegios. Y por la tarde, lo mismo, pero al revés. O sea, que hemos llegado al final del día bastante cansados.
El trabajo en el College ha sido muy duro. El sol está apretando fuerte y hace que el trabajo desgaste un poco más de lo normal. Nuestras caras ya están completamente roja, y esto hace que los niños del slum se acerquen a tocarno, porque nunca han visto gente tan roja. Es divertido. El terreno de la pista de basket está preparado para poder aplanarlo mañana con una máquina que vamos a alquilar con el dinero que hemos conseguido durante nuestros últimos días de Viaró. Para poder llegar hasta este momento han sido muchas horas de cargar arena, tierra y rocas y expandirla por todo el terreno excavado. A pesar de las ampollas y el cansancio, tenemos mucha ilusión en continuar mañana con la construcción de la pista.
Para este trabajo hemos contado con la ayuda de varios niños del slum que están de vacaciones durante esta semana y que han venido a echar un cable. Saben que después del trabajo les invitamos a comer en el College. Es su única comida del día. Al fin y al cabo, donde comemos 35 caben 45. Es increíble cómo trabajan sin descanso. Son niños de unos 12 años que suelen venir por el College a hacer deporte. Ralph, un profesor de Eastlands, después de que hagan deporte les da una catequesis y poco a poco los va formando. Es una labor increíble.
Por otro lado está el trabajo de las mesas. Es un trabajo más tranquilo pero que requiere bastante maña. Siempre hay un grupo de 3-4 personas trabajando en construir las mesas que tenemos que terminar antes de que nos vayamos para llevar a un High School de la zona.
Y por la tarde, venía el plato fuerte. Uno de los colegios, el Luminary School, (a pesar de su nombre) tiene un problema importante de luz en sus aulas. No hay luz eléctrica porque se rompe cada vez que llueve (y llueve muy a menudo) y apenas entra luz natural. Después de haber estado dando clases una semana allí nos hemos dado cuenta que es imposible que los chicos vean la pizarra y su libreta sin ningún tipo de luz. Hablando con Mosses sobre este problema se nos ha ocurrido una solución y hemos decidido dedicar 100 euros del presupuesto para arreglar esta carencia del colegio.
La idea que se nos ha ocurrido consistía en cambiar una de las planchas metálicas opacas que hacen de techo por una plancha transparente. Por la tarde hemos ido con los grupos de trabajo y hemos comprado 5 planchas transparentes para instalar en el colegio.
Después hemos ido al colegio con nuestras planchas, clavos y martillos y tras un recibimiento espectacular de los chicos y del director del colegio nos hemos puesto manos a la obra. Hemos quitado 5 planchas opacas (una de cada clase) como hemos podido y después hemos colocado las nuevas planchas transparentes de tal forma que hemos conseguido que en cinco aulas del colegio entrara luz natural desde el techo. Es increíble la diferencia entre el antes y el después. Los niños estaban alucinados del cambio. Y los profesores todavía más. Lo más impactante es que al no tener nunca luz en su colegio se habían acostumbrado y no se daban cuenta del problema que tenían hasta que les hemos propuesto este arreglo.
Mientras estábamos cambiando el techo hemos podido conversar con los profesores y los niños. Nos han dado un discurso de agradecimiento y después hemos bailado un rato con ellos para celebrar las nuevas aulas. Ha sido impresionante.
Como teníamos que cambiar cinco placas de techo de cinco clases diferentes se nos ha hecho tarde y hemos tenido que volver rápido del slum para que no cayera la noche. El director nos ha acompañado hasta la salida del slum sin parar de agradecernos el arreglo que habíamos hecho. Estaba tan entusiasmado que ha salido del slum sin soltar nuestras manos en ningún momento. En Kenya es señal de confianza y aprecio ir de la mano de otra persona. Había cierta guasa con esto y nos hemos reído mucho.
Como cada día, hemos tenido la misa antes de cenar y hemos rezado el rosario después. Y antes de irnos a la cama hemos estado charlando con Mosses sobre el slum.
Hemos estado todos más de una hora haciéndole preguntas sobre la vida en el slum después de explicarle nuestras experiencias estos días en Nairobi. Nos ha llamado la atención la espontaneidad con que todo el mundo preguntaba y comentaba en la tertulia a pesar de ser todo en inglés. Se está creando un clima entre nosotros muy chulo. Todo el trabajo que estamos haciendo une mucho, y esto se nota en la convivencia entre todos. Al final hemos tenido que cortar la tertulia para que Mosses pudiera irse a la cama a descansar. Porque este hombre no para, es increíble. Y además, siempre sonríe.
Las preguntas han tocado muchos temas, desde el por qué de la felicidad de toda está gente que no tiene nada, hasta la política y corrupción del país pasando por la situación de la mujer en Kenya. Interesantísimo. Le hemos pedido continuar otro día. Y así lo haremos.
Día 5:
Hoy nos hemos levantado sabiendo que queda poco para el fin de semana. Aunque estamos disfrutando mucho estos días, el cansancio hace mella y tener en el horizonte el fin de semana, donde nos daremos un respiro, nos ha ayudado a afrontar bien el trabajo de hoy.
A primera hora de la mañana ha llegado la máquina que hemos alquilado. Es una máquina para aplanar el suelo de la pista de basket para pasarla por el terreno antes de poner una segunda capa de arena. En cuanto ha llegado hemos ido emocionados a ver cómo funcionaba. Es una máquina amarilla con dos rodillos grandes a modo de rueda y una estructura alargada para poder dirigirla. La hemos puesto en funcionamiento con ayuda de los alumnos de aquí. Cuando la hemos arrancado ha empezado a sonar un motor de explosión mientras salía un humo muy negro por detrás de la máquina. La máquina ha empezado a moverse y a temblar y a los pocos segundos ha pegado un petardazo y se ha parado al instante. Nos hemos mirado temiendo lo peor, y efectivamente la máquina se había roto. Ya no ha funcionado hasta las 15:00 que la hemos logrado volver a arrancar. Rápidamente hemos cambiado los planes y hemos empezado a cavar los hoyos en donde van a ir colocadas las canastas y a terminar de nivelar el terreno. Así son las cosas aquí. Hay que tener siempre un plan B. El lunes continuaremos con el trabajo, ya que todavía tenemos cierta esperanza en poder acabarlo antes de irnos.
Como cada mañana también hemos ido a los slums a dar clase. Hoy hemos ido con Mosses a presentarnos a un colegio nuevo al que ya fuimos el año pasado (Utwema School). Los chavales nos han reconocido enseguida y nos han recibido con gran alegría. También hemos ido a los otros dos colegios que llevamos yendo esta semana. Las clases de hoy en el Luminary School han sido totalmente diferentes gracias al nuevo techo que hemos instalado.
El plan de la tarde consistía en ir a llevar packs de comida a varias familias del slum. Para eso hemos encargado en diversas “tiendas” los alimentos necesarios para hacer los packs y hemos planificado la ruta de las familias a las que iríamos a visitar. Cada pack nos ha costado aproximadamente 20 euros e incluye la comida necesaria para una familia de 5-6 personas durante 2-3 semanas. Ayer Mosses nos explicó que en el slum se come solamente una o dos veces al día. Uno de los chicos de nuestro grupo ha dicho nada más ver los packs de comida: “esto lo dejas en mi casa y no dura más de dos dias”. Lógicamente, los packs los hemos pagado con el dinero recaudado en Viaró los últimos días de curso.
Por la tarde, cuando hemos llegado al slum para repartir los packs, los niños han empezado a gritar ¡WASUNGU, WASUNGU! para advertir de nuestra llegada. En cuestión de pocos minutos han empezado a aparecer los niños del slum a los que damos clase. Como hemos ido a cinco colegios diferentes ya nos conoce todo el mundo y han podido salir a recibirnos a la entrada del slum unos 150 niños. Es muy chulo cómo los niños corren emocionados a saludar a los que llevan una semana siendo sus profesores.
Una vez hemos llegado al slum nos hemos dividido en 3 grupos diferentes para llevar un total de 7 packs de comida a diferentes familias del slum. La primera familia a la que hemos ido a ver estaba formada por la madre y cinco hijos. Nos ha recibido Peter, el hijo mayor, que es estudiante de Eastlands. Me ha hecho mucha ilusión saludarle, porque este chico está becado con dinero que conseguimos del proyecto del año pasado. Nos ha invitado a su slum (de tres metros por tres metros) y hemos entrado los que hemos podido (un total de seis personas). Nos hemos apretado los seis dentro de la habitación (paredes de plancha metálica, suelo de arena) que tan solo estaba amueblada con un colchón en el suelo y un sofá viejo y descosido. Hemos estado unos 10 minutos charlando con él y nos ha contado su día a día en el slum. Cuando nos estábamos despidiendo ha aparecido uno de sus hermanos (Godwill) que tenía 16 años y canta gospel. Le hemos pedido que nos cante algo y nos ha hecho un rap en swuajili.
Y como con esta familia, hemos podido visitar y pasar un rato de conversación con otras seis más. Cada cual con una historia más increíble. La última de las familias que hemos visitado es una familia que llevamos ayudándola durante los tres últimos voluntariados de Viaró. Es una madre (Rose Mary) que tiene cuatro hijos, uno de ellos con autismo. Las condiciones de su slum son horribles (no tiene agua, ni luz, y apenas espacio para un colchón, una pequeña mesa y un sofá). Además, Rose Mary tiene sida y hace dos años le detectamos un pequeño tumor en el cuello con un médico que venía con nosotros. Hemos podido estar con ella y dos de sus hijos (incluido el autista) durante un rato. Mientras hablábamos hemos tenido que encender la linterna del móvil para poder tener algo de luz. Nos ha agradecido mucho la visita y toda nuestra ayuda. Un dato significativo de nuestras visitas a las familias es que de las siete familias que visitamos no había ninguna en donde el marido viviera con la familia.
Cuando hemos terminado de repartir los packs nos hemos despedido del slum repartiendo caramelos que habíamos comprado a los niños. Mosses nos ha demostrado sus habilidades de mando y control de la situación, porque repartir caramelos a más de 250 en el slum no es nada fácil.
De vuelta a Eastlands todavía nos esperaba una sorpresa por descubrir. Cuando ya estábamos llegando al College nos hemos cruzado con un rebaño de unas 100-120 cabras y ovejas. Esto no es sorpresa en el slum, ya que está lleno de animales como vacas, gallinas, mulas, patos, cerdos… Lo sorprendente fue que detrás del rebaño venía el pastor que llevaba todo su rebaño. Y no era un pastor cualquiera, era un pastor de 5 años (o quizá alguno menos) que controlaba todo el rebaño. Si nos lo cuentan no nos lo creemos, pero así sucedió. El niño iba con una vara de madera golpeando a su rebaño para dirigirlo y cuando una cabra se desviaba mucho del camino la cogía de la cola y le daba un buen tirón mientras le gritaba en swajili. Nos quedamos parados cinco minutos viendo el espectáculo. Luego Mosses nos explicó que era un niño massai que desde bien pequeños se hacen responsables de una parte del rebaño de la familia. Impresionante. Y ya por la noche tuvimos la celebración del santo de Luis Bosser. Estuvimos celebrando el santo de Luis cantando junto con algunos kenianos algunas canciones. La combinación del ritmo y los bongos africanos con la guitarra española fue muy interesante.
Días 6 y 7:
Esta mañana nos hemos despertado con la noticia de Costa de Marfil. Nos ha dejado destrozados a todos. Todavía no nos hemos recuperado. En esos autobuses iban muchas amigas de los chicos, alguna hermana de los que estamos aquí y sobretodo un grupo de chicas que iban a dedicar los primeros días de sus vacaciones a darse a los demás. Nos unimos a su dolor y el de sus familias. Y rezamos por todas ellas. El fallecimiento de Teresa ha sido un golpe duro para todos porque somos conscientes de que nos podría haber tocado a cualquiera de los que estamos aquí. Pero Dios sabe más y, sobre todo, estamos convencidos de que sacará cosas muy buenas de todo esto.
Nada más acabar el desayuno el Sr. Borda nos ha dado la noticia e inmediatamente después nos hemos puesto a rezar un rosario por todas las chicas que estaban en esos dos autobuses de Costa de Marfil. También le hemos empezado a pedir cosas a Teresa porque estamos seguros que ya está en el cielo. Seguro que nos tiene “enchufe” a todos los que estamos en África dedicando nuestro tiempo a los demás, como iba a hacer ella. Después del rosario hemos tenido la misa que hemos ofrecido por ellas.
Hoy hemos decidido levantarnos más tarde para cargar las pilas: lo necesitábamos. Ayer sábado tuvimos que madrugar otra vez para poder llegar al centro de Nairobi a la misa de san Josemaría que se celebraba en la catedral. Fue una misa presidida por el obispo de Nairobi que duró unas dos horas. Fue una ceremonia muy bonita en donde no faltaron los cantos y bailes africanos durante la celebración. Realmente es una cultura totalmente diferente. Al acabar la misa nos hicimos una foto con el obispo al que pudimos explicar nuestro cometido estos días en Nairobi.
Por la tarde tuvimos la oportunidad de dar un paseo por el centro de la ciudad y poder visitar el museo nacional de Nairobi. Dentro del museo pudimos acceder al snake park, donde había todo tipo de serpientes. Uno de los guardas del parque nos sacó una serpiente y nos la puso encima a algunos de nosotros. Una experiencia traumática, sobre todo porque al guarda no le importaba mucho si querías o no querías tener la serpiente encima. Simplemente la lanzaba sobre tus hombros y se reía.
Después del museo nos volvimos a Eastlands, donde después de cenar nos fuimos rápidamente a la cama para poder recuperar horas de sueño.
Y para acabar el fin de semana hemos ido al internado de Aquinas a jugar la vuelta del partido que empatamos la semana pasada. Esta vez el árbitro se ha portado mejor y hemos logrado la victoria. Hemos ganado 2-1 con un gol en el descuento, como ganan los grandes equipos.
Durante el anterior partido que jugamos allí Mossen Alex estuvo aprovechando para confesar a todos los chicos que quisieran. Hoy ha vuelto a hacer lo mismo y en total ha podido confesar a más de 60 chicos durante los días que hemos podido ir al internado. Desgraciadamente, el sacramento de la confesión no está muy extendido en este país y es increíble ver cómo la gente lo aprecia cuando se lo explicas bien y les das la oportunidad de recibirlo con facilidad.
Y para cenar, Mamá Grace nos ha hecho una tarta de cumpleaños para celebrar el aniversario de Miguel. Un detallazo. Después de cenar hemos tenido un pequeño show con el grupo de música de David.
David es un chico de 22 años que acabó sus estudios de mecánica en Eastlands hace 3 años. Ahora tiene su taller de motos al otro lado de la cuidad. Desde que empezamos los voluntariados con Viaro siempre ha estado con nosotros. David toca los bongos y tiene un grupo de música con una familia de aquí que está formada por Musa (el padre que toca la guitarra), Esther (la hermana que canta y también toca la guitarra), y Chris (el hermano pequeño que baila, canta y también toca la armónica y la flauta). Un espectáculo de músico al estilo Bob Marley para celebrar el cumpleaños de Miguel, la verbena de San Juan y prepararnos para coger fuerzas para mañana que empieza otra semana de trabajo duro.
Día 8:
Hoy comienza una nueva semana y toca volver a madrugar. Además, si queremos acabar la pista de basket antes de irnos tenemos que dar un apretón porque vamos un poco justos de tiempo.
Después de haber puesto una gran capa de tierra y rocas por toda la pista y haber pasado la máquina aplanadora (que al final acabó funcionando) hemos de poner una capa más de “murran” que es un tipo de arena arcillosa muy resistente. Pues bien, el famoso “murran” llegó el otro día en varios camiones al College. Lo vimos desde la ventana. Lo desesperante de ese momento fue cuando vimos que dejaban el “murran” en los alrededores del campo y no lo metían dentro. Ahora tenemos que transportar toda la tierra en carretilla de fuera a dentro del campo. Uno de los chavales decía: “pero si era de cajón…” Pero aquí funciona todo de otra forma.
Otro tema complicado en el slum es la gestión de los pagos y cobros por los terrenos que la gente utiliza como casas. El terreno del slum pertenece a unas pocas personas que cobran a los que utilizan ese terreno. Hoy cuando hemos llegado al Luminary School nos hemos encontrado a su director bastante preocupado. Estaba sin sonreír, con la cabeza baja, y no se ha prodigado en bienvenidas y saludos con las clases como siempre hace. No sabíamos que ocurría hasta que Mosses nos ha explicado que el sábado por la tarde le habían robado el dinero del alquiler del terreno en donde tiene el colegio. Al parecer se lo había dado a una chica para que fuera a pagar al dueño del terreno, pero la chica desapareció con todo. El coste de todo ese terreno son unos 180 euros, pero para ellos es una barbaridad.
Pero la historia no acaba aquí. Al llegar a Eastlands me he encontrado a Mosses hablando por teléfono. No parecía una conversación tranquila. Cuando ha colgado me ha explicado lo que ocurría. En Eastlands muchos de las becas que les dan a los chicos incluyen el pago del alojamiento en un slum para que puedan vivir. Un slum puede costar entre 30 y 60 euros al mes en función de si tiene luz y electricidad. Al parecer el banco con el que gestionan los pagos no había hecho la transferencia a los propietarios del slum y estos estaban amenazando con dejar en la calle esa misma noche a 80 alumnos del College si no recibían el dinero pronto. Al final, Mosses ha logrado llegar a un acuerdo. Lo sorprendente de todo esto es que para ellos son problemas de ordinaria administración. No se ponen nerviosos, y siempre acaban encontrando una solución. Otro de los misterios de la gente de aquí.
Por la tarde, mientras seguíamos trabajando en la pista ha aparecido Consolata. Consolata es una mujer que puede tener unos 50 años. Es bajita y un terremoto. Dirige un colegio de la zona y colabora con un centro de educación especial en donde tiene chicos con autismo, síndrome de down etc. El año pasado trabajamos mucho con ella, pero este año no hemos tenido la oportunidad para poder ir a otros colegios del slum. Ha venido para saludarnos e invitarnos a su escuela un día de estos.
Y por la noche, celebración de San Juan. Mosses nos preparó una sorpresa y antes de cenar apareció una moto llena de cervezas para nosotros. Están en todo.
Día 9:
Hoy ha vuelto a ser un día de trabajo normal. Pero para los que llevamos varios años viniendo hemos tenido una agradable sorpresa: ha venido a vernos Sesmo. Sesmo es un chico que tiene ahora 22 años y que el primer año que hicimos el voluntariado estuvo todos los días ayudándonos en nuestro trabajo. Nos hicimos muy amigos y nos quiere mucho. Y hoy ha aparecido a primera hora luciendo su flamante camiseta del Espanyol que le regalamos hace tres años aquí en Eastlands.
Sesmo era un chico que vivía en el slum y que había dejado el High School. Gracias al apoyo de Mosses consiguió acabar el High School y Mosses le propuso entrar en Eastlands. Como vivía en un slum lejano Mosses además de conseguirle una beca para sus estudios le acogió en su casa. Mosses siempre tiene estudiantes de Eastlands viviendo en su casa para que puedan estudiar bien el grado que están haciendo. Eastlands, con algunas de sus becas, facilita el alojamiento en el slum, pero no hay dinero suficiente para todos y por eso Mosses acoge siempre en su casa a unos pocos para ayudar a más gente. Ahora Sesmo nos ha contado que está viviendo un momento difícil, ya que ha terminado su etapa en Eastlands y Mosses le ha dicho que le toca buscarse un nuevo lugar. Lleva un mes viviendo en un “piso” cerca del slum con otros dos compañeros y trabaja en una tienda de alimentos básicos con lo que consigue poder llevar algo de dinero a su familia que todavía vive en el slum.
Junto a Sesmo tenemos otros chicos de Kenya ayudándonos y acompañándonos cada día. David (el que vino el otro día a celebrar el cumple de Miguel con la familia que cantaba), William que ya empieza a decir sus primeras frases y «palabrotas» en castellano y Peter que se mueve como pez en el agua dentro del slum. Todos ellos son amigos de Mosses y estudiantes (o antiguos estudiantes de Eastlands) y tienen como misión ayudarnos y protegernos durante todos estos días. Además de estos, se van sumando alumnos de Eastlands a los que vamos conociendo poco a poco. Aquí no para de pasar gente.
En cuanto a la pista de basket ya hemos completado la mitad con el ya famoso murran. Ahora, al parecer, cuando pase la máquina aplanadora quedara todo sólido y plano. Y se podrá jugar. Aunque todavía no nos lo creemos. La estructura de las canastas también está casi acabada. Jeremiah, nuestro jefe de obras, sigue convencido que acabaremos. A ver qué pasa.
Después de cenar los chicos estaban muy nerviosos, ya que salían las notas de la selectividad. Se respiraba tensión en el ambiente. Muchos se juegan con esa nota poder decidir qué estudiar.
Como muchas noches se veía a pocos metros del colegio una gran hoguera de la que sale un humo muy negro. Es el vecino que se dedica durante el día a conseguir neumáticos y por la noche los quema para sacar el cable de dentro y poder venderlo. Otros años lo hacía cada día, este año lo hace cada tres días. Ya se ve que después de varios años los neumáticos que hay tirados por todo el slum se están empezando a terminar.
Y después de un tiempo actualizando la web de las notas, empezaron a salir y con ellas comenzaron los abrazos y celebraciones. Han ido muy bien y todos están muy contentos, incluidos los profesores de inglés, historia y economía que estamos acompañando a los chicos. Un éxito que tendremos que celebrar a lo grande.
Día 10:
Hoy era un día muy importante porque un pequeño grupo nos hemos desmarcado para visitar una escuela de chavales con necesidades especiales. El Corpus Christi, así se llama la escuela, es una pequeña unidad que está dentro de otra escuela más grande gestionada por los maristas. El año pasado fuimos a ayudar, pero este año ha habido un cambio en la dirección de la escuela y, al no conocernos, nos han dicho que no nos necesitan y no teníamos previsto ir. Hace dos días apareció en Eastlands Consolata, una de las profesoras del Corpus Christi, de la que ya os hemos hablado en días anteriores y nos pidió que fuéramos a conocer al director para seguir con el proyecto el año que viene. Consolata nos dijo que “sus niños” con discapacidades necesitan mucho cariño, tiempo y atención y que nosotros podemos dárselo.
A las 9:30 de la mañana nos hemos presentado con Moses y un grupo de 5 de nuestros chavales en el Corpus Christi. Antes de entrar a la unidad especial nos han enseñado todo el colegio de los maristas que tiene 3.000 alumnos y que está hecho a base de donaciones de colegios de todo el mundo. Cuando hemos terminado el tour por el colegio nos hemos encontrado a Consolata en la puerta de su sección y nos ha recibido con abrazos y chocándonos la mano a todos. La energía que irradia esta mujer es llamativa. Los chicos dicen que es igual que Moses pero en mujer.
En la unidad especial hay una sola chica y 24 chicos con discapacidades. En cuanto hemos entrado los chicos han reconocido a Mossen Àlex y al Sr. Borda inmediatamente del año pasado y los pocos que son capaces de expresarse con palabras decían algo así como “our teachers are coming back” con una sonrisa de oreja a oreja.
Hemos podido estar una hora con ellos. Muchos de ellos no pueden hablar y se expresan solo con sonidos, otros directamente no saben hacer ruido y solo te cogen de la mano y te acompañan, algunos son capaces de expresarse algo en inglés pero lo que sí hacen todos es expresar su cariño contigo de una forma misteriosa. Ya se ve que la discapacidad que tienen ha hecho que puedan potenciar otras capacidades quizá mucho más importantes.
Nada más llegar Baboo, que tiene 21 años y que el año pasado le enseñamos a escribir el uno, el dos y el tres con un bolígrafo, y Alex, que es un chico con síndrome de down, nos han recibido con abrazos y nos han ido trayendo sillas para todos. Nos hemos sentado con ellos y hemos estado un buen rato hablado y riéndonos con ellos.
Al finalizar la visita hemos tenido una reunión con Florence. Florence es la segunda de a bordo en el colegio y la reunión ha ido muy bien, porque le hemos explicado quiénes éramos y qué veníamos a hacer. Hemos concretado con ella volver el año que viene a ayudar y le hemos pedido venir con todo el grupo el próximo lunes para poder darles algunos regalos a los chicos. Hoy sólo hemos venido con cinco de ellos, pero el lunes todos tendrán la oportunidad de estar con estos chicos.
Al salir del Corpus Christi hay una pequeña casa que gestionan dos mujeres y que cuidan a chicos discapacitados que están en un estado más complicado que los de Corpus Christi. Los chicos de Corpus Christi son chavales capaces de interactuar y que con mucho tiempo, cariño y dedicación pueden ir aprendiendo cosas de un colegio. En este otro lugar son chicos absolutamente dependientes. Muchos de ellos no se sostienen en pie y no son capaces de ir al lavabo ellos solos. Necesitan ayuda para comer y una atención intensiva. La labor de estas dos mujeres es admirable.
Como en Kenya tener un hijo con discapacidad es un mal augurio, muchas familias abandonan a sus hijos si tienen alguna deficiencia. Muchos de los chicos de Corpus Christi no tienen dónde dormir y pasan la noche en esta casa que gestionan estas dos mujeres. Después de entrar y saludar a los chicos nos hemos tenido que volver a Eastlands a comer, ya que esta tarde nos esperaban en la embajada.
En Eastlands hemos comprobado el avance de la pista de basket. Sigue habiendo cosas que no terminamos de entender cómo las acabaremos, pero ellos siguen sonriendo y diciendo que todo va según lo previsto. El problema es que dudamos que hubiera algo previsto, pero bueno…
Hemos comido rápido y hemos cogido un matatu a la embajada para poder saludar al embajador, explicar nuestro proyecto y nuestras impresiones de la ciudad.
Nos ha recibido el embajador, que nos ha dedicado unos 40 minutos para preguntarnos por nuestras impresiones de estos días. También hemos podido hacerle muchas preguntas que nos ha respondido con amabilidad. Después nos hemos quedado con Pablo Desportes, el Segundo del Embajador, y hemos organizado un coloquio en donde se han tocado temas diversos desde la desigualdad en la sociedad keniana hasta la compatibilidad de sacar una familia adelante haciendo carrera diplomática. Todo ello sin pelos en la lengua por ambas partes. Hemos agradecido mucho la sinceridad y el tiempo de Pablo, que nos ha dedicado una hora y hemos tenido que cortar porque nos quedábamos sin tiempo. Antes de irnos nos hemos hecho la foto de rigor con el embajador y nos hemos cogido un matatu de vuelta en donde hemos parado a merendar algo más especial para celebrar la fiesta de san Josemaría.
Y ya en Eastlands hemos tenido la misa, hemos invitado a cenar a Ramon Pere. Ramon es un español (de Castellón) que trabaja en Strathmore Business School e imparte clases de ventas. También se dedica a levantar fondos para proyectos que tiene la Business School. Nos ha contado cuáles son sus impresiones del país y de su gente después de estar viviendo aquí cinco años, así como su trayectoria profesional. Una tertulia muy interesante para acabar el día. Mañana más.
Día 11:
La mañana de hoy ha sido difícil. En nuestra cabeza occidental, cuando nos imaginamos una pista de basket, nos viene a la cabeza la pista perfecta. Hoy nos hemos dado cuenta de que aquí las pistas no son perfectas, es más, dejan bastante que desear. Hoy ha venido la máquina aplanadora y, en principio, después de que pasara la primera capa, nos habían dicho que quedaría una superficie lisa, dura y uniforme. El resultado no ha sido el que esperábamos. Ni liso, ni duro, ni uniforme. También es cierto que queda otra capa de “murran” para terminar de construir el terreno. Pero Jeremiah está contento, y dice que todo está saliendo según lo previsto. A pesar de todo esto, aquí los chavales y estudiantes están emocionados con su nueva pista. Aquí se conforman con muy poquito y donde antes solo había unos yerbajos donde no se podía hacer nada, ahora tienen un terreno más o menos regular con dos canastas para jugar. De las canastas ya tenemos las estructuras metálicas construidas y los dos agujeros de un metro por un metro por un metro hechos para poder “plantar” las canastas. Ahora a ver si nos da tiempo a colocarlas antes de irnos. No es la pista de basket de nuestros sueños, pero sin embargo ellos están como locos por jugar en ella.
Hoy hemos acabado el trabajo un poco antes porque se organizaba en el College por primera vez la procesión del Corpus Christi. Ha sido muy bonito y han decorado el colegio poniendo palmas en el suelo y las pocas flores que hay por esta zona en algunos sitios. En la procesión estábamos nosotros, el staff de Eastlands y algunos de sus alumnos.
De entre los alumnos de Eastlands estaban algunos que eran musulmanes, pero que han acompañado a la custodia durante la procesión. En el College estudian algunos musulmanes y a medio día paran sus actividades, se van a una esquina del colegio, se orientan a la Meca y comienzan sus rezos. La diversidad que hay aquí es muy enriquecedora. Durante la procesión hemos alternado canciones en swajili, inglés, catalán y castellano. Y al final, el sacerdote ha impartido la bendición a todos los que hemos estado.
Para los chicos de aquí ha sido algo histórico y muy especial. Era la primera vez que se hacía algo así en Eastlands y muchos de ellos era la primera vez que asistían a una bendición con el Santísimo. Para nosotros también lo ha sido ya que la procesión ha empezado a la misma hora que el funeral de Teresa en Barcelona. Nos hemos podido unir todos con nuestra oración delante del Señor a la celebración de Santa Maria Del Mar. Allí estábamos todos.
Y después de comer teníamos el ya tradicional partido de fútbol contra algunos estudiantes y profesores de Eastlands. Lo hemos jugado en el “campo de fútbol” que tienen aquí, y de golpe hemos entendido que nuestra pista de basket tampoco está tan mal. Hemos acabado ganando por la mínima (3-2). Nos ha hecho ilusión ver que el equipo de Eastlands ha salido a jugar con las camisetas de Viaro que les regalamos el año pasado gracias a la aportación de un padre del colegio. Después de cenar hemos dedicado tiempo a poder hacer las prematriculas y gestiones para ir a la universidad. Con la velocidad y las sorpresas que nos da el wifi aquí no podemos dejar las cosas para el último día.
Día 12:
Hoy hemos hecho un pequeño paréntesis de trabajo para tomarnos un respiro y poder ir a visitar uno de los rincones más bonitos del país.
Para eso hemos tenido que madrugar, ya que hemos ido a visitar Crescent Island. Se trata de un parque natural que está a unas dos horas y media de Eastlands en un pueblo llamado Naivasha. Es un parque rodeado por un inmenso lago en donde puedes encontrar multitud de animales.
Al contrario que otros parques naturales en Crescent Island, no hay leones. Esto, que puede parecer una lástima, es una gran ventaja, ya que te permite poder ir caminando por toda la isla a tus anchas. Hemos estado unas tres horas en la isla y hemos podido ver jirafas, ñus, flamencos, pelícanos, zebras e incluso asomar la cabeza de algún hipopótamos que había en el lago.
Ha sido una experiencia muy bonita y difícil de describir. Hemos agradecido poder salir de la contaminada Nairobi para respirar aire puro y ver la África que todo el mundo se imagina de pequeño.
La isla es propiedad de una señora inglesa, y es el lugar donde se rodó la película memorias de África. Efectivamente da la sensación de estar dentro de una película.
Y a la vuelta hemos comprobado que no es buena idea coger un matatu un viernes por la tarde, ya que el tráfico es espantoso. Hemos tardado 3 horas y media en volver. La carretera que va a Naivasha es la única carretera que conecta Nairobi con Uganda y está repleta de camiones y coches.
El viaje ha dado para mucho, entre otras cosas para conocer al conductor del matatu. Las historias de la gente aquí son espectaculares. Todo ha empezado porque íbamos rezando el Rosario en castellano en el matatu y el conductor me ha preguntado si eso que oía en un idioma diferente era el rosario. Nos ha explicado que él también es católico y lo reza muchas veces. Hemos seguido hablando y le he preguntado por su horario de trabajo. Trabaja de lunes a sabado de 5 de la mañana a 11 de la noche. Las seis horas que le quedan son para estar con su mujer y sus hijos y para poder dormir 3. Tiene seis hijos y está muy orgulloso de ellos. La mayor empieza el año que viene la universidad en Nairobi y me ha explicado que tiene que trabajar todavía más duro para poder pagársela. La universidad aquí te sale por unos 1200 euros al año, lo que pasa es que los sueldos aquí son más bien bajos. Nos ha explicado en tono de broma lo difícil que es tener a su mujer contenta, ya que tiene que trabajar mucho para llegar a fin de mes pero tampoco puede pasarse porque si no no está en casa. El domingo lo reserva para ir a la iglesia por la mañana (la misa casi le lleva toda la mañana) y estar con la familia por la tarde.
Después del largo viaje hemos llegado a Eastlands para tener la misa y cenar. Después de cenar hemos estado de tertulia comentando la jugada y nos hemos ido a la cama. Mañana nos espera un día entero en los slums repartiendo todo lo que hemos traído de Barcelona.
Día 13:
Hoy ha sido un día bastante intenso. Hemos pasado muchas horas en el slum y hemos andado mucho para poder llegar a hacer todo lo que queríamos.
Por la mañana hemos pasado por cuatro de los colegios que damos clase para repartir algunos regalos y material escolar básico que hemos traído desde Barcelona. A pesar de ser sábado, muchos colegios tienen clase también este día. Después de tres veranos viniendo a Kenya todavía no hemos descubierto cuál es el patrón para averiguar si el sábado toca clase o no. Pero nos ha tranquilizado ver que los propios kenianos tampoco lo saben, ya que dos de los colegios por los que hemos pasado estaban cerrados, a pesar de que hace dos días nos habían dicho que tenían clase. De camino al tercer colegio nos hemos cruzado con Óscar, un chico de 12 años que estudia allí y nos ha dicho que tampoco había clase, pero como estábamos cerca nos hemos acercado y hemos visto cómo Óscar estaba equivocado. Estaban todos los niños en el cole menos él y algún despistado más. Aquí no hay quien se aclare.
Nos han recibido con la ya conocida canción de “thank you, thank you our visitors…” y hemos repartido el material que teníamos. La cara de felicidad de los chicos al recibir un miserable lápiz era indescriptible. Y no os podéis imaginar la de aquellos que además del lápiz y la libreta les hemos regalado una camiseta. Estaban emocionados con su nuevo material. También hemos dejado material en los colegios para que los profesores puedan ir reponiendo lo que se vaya gastando. Calculamos que entre lo que repartamos hoy y el lunes podemos llegar a dar material escolar (libreta, lápiz, boli, goma y mochila) a más de 900 niños del slum.
Habitualmente por el slum vamos en grupos pequeños, pero esta vez íbamos todo el grupo juntos. Al ser 36 y poco silenciosos hace que junto a nuestro grupo se vayan uniendo muchísimos niños a los que damos clase entre semana que nos acompañan por todo el slum y se cuelgan de nuestras manos en señal de cariño.
Mientras volvíamos del slum nos hemos encontrado una situación complicada. Resulta que la “calle” que va del slum a Eastlands estaba cortada con una valla de madera que estaban construyendo sobre la marcha. Nos hemos acercado y delante de la valla había dos tipos con metralleta que al parecer eran policías. En esa calle que estaban cortando vivían unas cuantas familias de massais en sus slums. Pues bien, el gobierno había decidido esa mañana destruir esas casas y las familias estaban en la puerta de la calle tapiada viendo cómo perdían su pequeño espacio para pasar la noche. Ha sido una situación dura y muy tensa que contrastaba con el ambiente de música, felicidad y risas de los niños que apenas cinco minutos antes había en el interior del slum. No sabemos los motivos que han llevado a que tiraran estas chabolas pero lo que parecía evidente es que estas familias estaban igual de sorprendidas que nosotros y que hoy sería un día duro para ellas en donde tendrían que buscar un techo donde dormir.
Luego hemos llegado a Eastlands para tener la misa y comer. Después de comer nos hemos puesto a trabajar con las mesas. Las mesas ya están acabadas, pero todavía nos faltan algunas de las sillas. Hemos podido experimentar de nuevo la poca capacidad de planificación que existe en estas tierras. Nuestro jefe de taller, Joseph, nos había dicho que nos necesitaba a los 36 trabajando a la vez para acabar. Le advertimos que para eso necesitaríamos más material y repartirnos en pequeños grupos. Nos dijo que ningún problema añadiendo la peligrosa frase que usan siempre: “we will see”. Y efectivamente, cuando hemos llegado al taller no estaba ni el material… ¡ni Joseph! Al parecer le había explicado a uno de ellos cómo distribuirnos pero después de casi una hora intentando aclararnos lo hemos dejado estar y hemos continuado con nuestro plan. En este país hay momentos desesperantes, y es entonces cuando entiendes aquello de “Hakuna Matata”.
Y antes de que cayera la noche, vuelta al slum. Esta vez para visitar algunas familias y llevarles algo de ropa para niños que un padre de Viaró nos ha conseguido. Como son familias que lo pasan muy mal para poder comer cada día no es de buen gusto llevarles ropa y nada mas. Por eso hemos comprado bolsas de pan bombo para repartir con cada lote de ropa. La cara de emoción de las madres al ver las prendas que les traíamos para sus hijos pequeños era bastante gratificante.
También hemos aprovechado para visitar aquellas familias de los slums a las que Mosses pretende becar con el dinero que hemos conseguido en Barcelona gracias a la generosidad de muchos que han hecho donativos y a los eventos organizados desde Viaró. Creo que podremos becar a unos 12 chavales con todo el dinero recaudado.
Hoy hemos conocido a uno de ellos. Se llama Sam y es el mayor de 5 hermanos. Tiene 21 años y acaba de terminar el colegio. Nos ha explicado que tiene una ilusión enorme de poder formarse en Eastlands para el día de mañana poder trabajar y ganar algo de dinero. Va a estudiar el módulo de mecánica gracias a la beca que le hemos conseguido. Está muy agradecido. Nos ha explicado que su madre vende tomates por las calles del slum y su padre se dedica a la construcción. Es de las pocas familias estructuradas que hemos encontrado. Cada día traen a casa entre uno y tres euros y con eso han de sobrevivir. Aquí los precios no son más bajos que en Barcelona, aunque en el slum evidentemente si que es todo más asequible. Nos ha explicado que esta semana había comido muy poco ya que como era la semana de antes de acabar el mes tocaba ahorrar para poder pagar el alquiler del slum y que no les echen. Hacía broma con esto diciendo que tocaba “semana de sacrificio” y que ya recuperaría la primera. Después Sam nos ha seguido acompañando por el slum mientras visitábamos las familias y las chicos becados. Nos ha explicado también que el año pasado murió su hermano mayor con 26 años por una tuberculosis. Y, por supuesto, cada tres frases que decía nos repetía lo agradecido que estaba por nuestra ayuda. Lo último que nos ha dicho antes de que nos fuéramos ha sido lo siguiente: “espero que en unos años pueda tener un trabajo gracias a vosotros en el que pueda llevar a mi familia a un lugar mejor y devolver a la sociedad todo lo que me ha dado”. Esto es textual, lo hemos apuntado en cuanto lo hemos oído. Sin palabras.
Y la noche caía y nosotros todavía seguíamos en el slum. Íbamos todos juntos y con Mosses y varios kenianos. Hemos salido del slum antes de que anocheciera del todo pero hemos podido percibir cómo por la noche cambia todo. Hemos visto varios borrachos por las calles y cómo prenden fuego a la basura para hacerla desaparecer. La verdad es que la panorámica del slum anocheciendo es sobrecogedora. Y eso que todavía no era oscuro del todo.
Nada más llegar a Eastlands hemos cenado y hemos tenido la bendición con el santísimo que no habíamos podido tener durante el día por todas las cosas que teníamos que hacer. Antes de irnos a dormir hemos podido rezar un poco delante del Santísimo para darle gracias por todo lo que tenemos y pedirle por toda esta gente que lucha cada día por tener un plato de comida para su familia. Un día duro y cansado que nos ha hecho entender mejor la vida que hay en los slums.
Día 14:
Ya queda menos para que se acaben estos días de voluntariado, y a pesar de algunas incomodidades que tenemos en Nairobi, según se va acercando el momento de volver a España nos da cada vez más pena abandonar el continente africano.
Hoy domingo hemos aprovechado para descansar haciendo un poco de turismo. Por la mañana hemos ido al centro de Nairobi y nos hemos acercado a los alrededores del Parque Natural de la ciudad. No hemos entrado, porque nuestro presupuesto dedicado a visitar cosas ya lo hemos consumido, pero hemos entrado en un anexo del parque donde se crían elefantes pequeños y hemos tenido la oportunidad de ver cómo les daban de comer.
Ha sido muy interesante poder verlos, pero a todos nos ha dolido ver cómo los turistas gastaban el dinero en “adoptar” un elefante para financiar su manutención después de lo que hemos visto que hay en el slum. Estamos seguros de que esta sensibilidad no la teníamos antes de llegar aquí. Por tanto, ha sido una visita interesante, pero que a todos nos ha dejado un sabor de boca un tanto amargo.
Después hemos ido a comer a un centro comercial en el centro de la ciudad. Hemos agradecido poder comer algo más europeo/americano. Y hemos estado un buen rato de tertulia después de comer, comentando la jugada.
Antes de volver a Eastlands hemos parado en un mercado kikuyu para poder comprar algún recuerdo y regalo para las familias. Los mercados auténticos como éste son caóticos. Hay mucha gente y los vendedores te persiguen por las estrechas calles que hay entre los puestos para que les compres en su tienda. Es un poco agobiante.
Después hemos llegado a Eastlands a última hora de la tarde y hemos tenido la misa dominical. Después de misa nos esperaba para cenar un invitado muy especial: Wilson.
Wilson es un amigo de Enmanuel que estudia su ultimo curso de derecho en la universidad. Tiene una peculiaridad y es que es ciego de nacimiento. Hemos estado de tertulia después de comer y nos ha dado una charla muy impactante sobre su discapacidad y cómo afrontar las dificultades. Hemos podido charlar con él y hacerle muchas preguntas. Desde cómo se imagina los colores y a las personas hasta como hace para estudiar los apuntes que toma en clase. Hemos acabado todos muy impresionados de las cosas que nos ha contado. Realmente, es todo un ejemplo de superación. Y después, Moses nos ha sacado unas cervezas y Coca Colas para celebrar nuestra última noche en África. Inolvidable.
Día 15:
Último día en África y os escribimos desde el aeropuerto, donde estamos esperando a que abra la puerta de embarque. Se respira un ambiente de ilusión por volver a casa, pero de pena por poner punto y final a estos días de voluntariado. Cansados, pero muy contentos.
El día de hoy ha vuelto a ser intenso. Por la mañana hemos dividido el grupo en dos. Uno de los grupos ha ido a repartir los regalos y el material escolar que nos quedaba por repartir. Hemos ido a dos colegios de primaria y a uno de secundaria, donde hemos dado clase estos días. Hemos inundado de libretas y lápices los colegios del slum. Por las calles los niños pasean sonrientes con su lápiz de la UIC o del Banco Santander en sus manos. Y los profesores más contentos todavía.
El otro grupo hemos ido a visitar y a despedirnos de los chicos discapacitados. Hemos jugado y bailado con ellos y también les hemos dado un pequeño regalo. Hemos quedado con ellos para poder continuar con el proyecto el año que viene. Esto no para.
De camino a Eastlands hemos pasado por la casa donde se tratan los chicos con discapacidades mayores. Son chavales que viven en la propia casa y que no pueden valerse por sí mismos. Hemos estado un rato con ellos y ver la dedicación de las mujeres que hay allí que cuidan a los chicos, les dan de comer y les cambian los pañales es muy edificante. Los chicos volvían diciendo que después de estar en este lugar se te da una vuelta al estómago. Es un sitio duro, pero que merece la pena visitar. También les hemos propuesto venir a ayudar el año que viene, y parece que tiene buena pinta.
Y por la tarde tocaba limpieza de la zona de habitaciones. La consigna era dejarlo mejor de como lo encontramos, y le hemos echado unas cuantas horas a fregar, barrer y limpiar todas las habitaciones y salas del último piso del edificio.
Antes de irnos hemos ido a agradecer a Mamá Grace todo lo que nos ha cuidado. Le hemos cantado algunas canciones y ha llegado el momento de los agradecimientos. Después hemos pasado todos a darle dos besos y agradecerle todos estos días.
Y al cabo de poco tiempo ha aparecido el matatu que nos llevaba al aeropuerto. Después de media hora de viaje en donde los cánticos no han cesado nos hemos despedido de Kenya con muchas ganas de poder volver a vivir una experiencia como ésta.
Balance del Voluntariado
- 15 Días
- 36 Voluntarios
- 5 Colegios de primaria
- 2 High Schools
- 1 Colegio de educación especial
- 900 Alumnos a los que hemos dado clase
- 1500 Lápices repartidos
- 1000 Libretas repartidas
- 15 Balones de fútbol repartidos
- 150 Prendas de ropa de niño pequeño
- 55 personas del slum atendidas con packs de comida (para 15 días cada pack por familia)
- 100 Packs escolares completos (lápiz, boli, tijeras, pegamento, goma, colores y libreta)
- 1800 Caramelos repartidos a los niños
- 800 Bolsas repartidas para llevar material escolar
- 12 Becas completas a chavales del slum para estudiar en Eastlands
- 30 Mesas y sillas construidas para un High School
- 800 Horas de mano de obra entre todos para construir las mesas y la pista de basket
- 600 Horas de clase impartidlas entre todos los voluntarios
- 4 Clases reparadas para que entre luz natural por el techo
- 120 Km acumulados andados por cada voluntario para ir a dar clases (12km/día)